El agua siempre fue un recurso muy necesario en toda urbe romana. Las ciudades se creaban próximas a recursos hídricos que surtían a la población para cubrir sus necesidades en la vida cotidiana. Las callles estaban llenas de ninfeos o fuentes, había edificios termales y de otra naturaleza en los que el agua era un bien muy necesario. El ciclo se cerraba en las cloacas a donde desaguaban todos los conductos una vez el líquido elemento había sido utilizado.


A Regina llegaba el agua a través de un acueducto que se originaba en el terreno calizo del cerro de la alcazaba. Llegaba presumiblemente a la zona más alta de la ciudad en las inmediaciones del foro, por mediación de unas conducciones de pequeño tamaño. Allí debió estar situad el castellum aquae desde el que se distribuiría el agua a distintas zonas de la ciudad. Junto a la Ex-200 cerca de un almendro, todavía se pueden ver algunos restos de las conducciones. En la actualidad la localidad de Casas de Reina se surte de agua gracias al mismo manantial. El agua acababa en la red de cloacas que desaguaban en los arroyos de San Pedro y San Blas.


Aljibe romano en la zona de captación de aguas próxima al cerro de las Nieves

Cloaca próxima al arroyo de San Blas en el que vertía sus aguas residuales.

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