Los orígenes de la ciudad de Regina tenemos que buscarlos en el cercano cerro de las Nieves en Reina. Allí existió un poblado fortificado que se extendió por una superficie de 4 o 5 hectáreas que contaba con un foso defensivo y una muralla de la que han llegado a nuestros días escasos restos. En su Historia Natural Plinio cita a Regina entre los oppida non ignobilia situados en la zona oriental de la Baeturia, la región que se extendía entre el Guadiana y el Guadalquivir y que estaba ocupada por los Túrdulos. En época Julio-Claudia se empieza a construir la ciudad de Regina en el llano, muy cerca del citado cerro y junto a la calzada que a través de la Sierra Norte y Astigi, unía Emerita Augusta con Hispalis. En el proceso de romanización de Hispania, fue muy recurrente el traslado de poblaciones de zonas altas a terrenos llanos, quizás para aprovechar mejor los recursos naturales. La zona contaba con buenas tierras para el cultivo, era rica en agua y contaba con importantes recursos mineros. Según algunos epígrafes encontrados, la ciudad en el llano pudo estar ya fundada en tiempos de Claudio. No fue un núcleo de población demasiado extenso.
Esplendor Flavio. En un principio Regina era un oppidum stipendiarium, como se desprende de una inscripción dedicada al Genium oppidi. En época de los emperadores Flavios, es cuando la ciudad adquiere su máximo esplendor coincidiendo con el acceso al estatuto jurídico privilegiado de municipium. La expresión res publica reginenses hallada en algunas epigrafías dan prueba de ello. En esa fecha se pudo desarrollar la zona foral, y reformarse el teatro, el edificio mejor conservado de la ciudad.
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